domingo, 20 de febrero de 2022

Sobre las entimemas diarias

 En teoría de la argumentación las entimemas son una forma de silogismo o inferencia donde se suprime una premisa que se da por consabida de manera implícita. Por ejemplo, la expresión “Los amigos de mis amigos son mis amigos”, se apoyaría en el hecho básico de que conviene beneficiar a nuestros amigos; y a su vez esto implicaría unas asociaciones y relaciones de transferencia que a continuación explicitamos:

“Los amigos de mis amigos son mis amigos”

“Los amigos de mis enemigos son mis enemigos”

“Los enemigos de mis amigos son mis enemigos”

“Los enemigos de mis enemigos son mis amigos”

        Todas estas implicaciones pueden ser plausibles desde un punto de vista retórico; sin embargo, no hemos de considerar estas analogías como si se tratasen de relaciones lógicas que se pueden aplicar a un argumento ( identidad, definición, reciprocidad, transitividad, intrasitividad, etc). 

         La relación lógica de transitividad consiste en una propiedad formal de una relación que permite pasar la afirmación de que ella existe entre un término y un segundo, entre este segundo término y un tercero. Y la conclusión se obtiene entre el primer término y el tercero. Dicho de otro modo, siempre que rija de “x” a “y” y de “y” a “z”, rige entonces “x” y “z”.

         Grosso modo,  la base del entramado sobre el que operan estas relaciones del tipo “los enemigos de tus enemigos son tus amigos”, tiene que ver con unos compromisos semánticos de tipo esencialista;  también esta manera de inferir está relacionada con las reglas de los signos positivo (+) y negativo (-) que aplicábamos en el cole para multiplicar números enteros. Hay que recalcar que estas expresiones son pseudo-transitivas. No hace falta ser Aristóteles ni R. Brandom para percatarse de que la amistad no es universalizable y que con bastante frecuencia no tenemos necesidad  de ninguna especial simpatía para con “los amigos de nuestros amigos”. En realidad estas expresiones no son transitivas porque la relación R no se da necesariamente con todos los elementos de relación. (no siempre los primos de los primos son necesariamente primos entre sí). 

        Traigo a colación esto de las entimemas y las expresiones pseudo-transitivas no sólo como sintaxis lógica del lenguaje, sino fundamentalmente para explicitar una lógica perversa y falaz que opera en el debate público a través de la polarización y la lógica del amigo-enemigo. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas lógicas, pero la cuestión es que es necesario recordarlo.

DESFONDAMIENTO

 https://twitter.com/j_asanchez/status/1492066196841275403...


Hemos escuchado en palabras de Luis Briones ese viejo tintineo que hacen las monedas falsas cuando entran en circulación en el debate público.

 “Hay que saber perdonar”, ha dicho. Y esto después de vincular, como un cordón umbilical, la democracia y el perdón. No voy a negar que hay bastante vinculación entre ambas cosas si se tiene en cuenta uno de los principios fundamentales sobre los que está sostenida la CE de 1978, la Ley de Amnistía del 77. Esto es importante, pues, lo que algunos llaman el “régimen del 78”, ha sido y es, al menos mientras no se proponga algo mejor o peor, el período más próspero que han vivido los españoles en toda su historia, velis nolis. Sin ánimo apologético de nada, que he sido hasta Trevijanista y muchos otros ístas antes de decirlo.

Pero esto no tiene nada que ver con el desfondamiento moral que ha exhibido de manera tan impúdica el Sr. Briones cuando nos ha conminado a todos al perdón. Como ya señalaron, la cuestión del perdón tiene bastante que ver con la religión. Básicamente lo que ha hecho este hombre es obligarnos a todos a ser como Susan Sarandon en aquella película donde interpretaba, junto a Sean Penn, que se llamaba “Pena de muerte”. 

Es una buena película. Sin embargo,  adopta una defensa decididamente religiosa contra la pena de muerte. La moraleja  parece insinuarnos que contra la Ley de Talión sólo podemos adoptar la vía de la redención cristiana. Ninguna más. No hay sitio para los argumentos no religiosos contra la pena de muerte.

 En las palabras de Briones también resuenan los imperativos clerigallas que nos conminan al perdón de los verdugos. Yo, de entrada, estoy en contra de la pena de muerte y creo que deberían separarse en todo momento la esfera pública de los asuntos religiosos. 

El único servicio noble que pueden prestar esos carlistones y clérigos de la yihad etnicista es oficiar un exorcismo en un paisaje moral infecto y poblado de Eichmanns que aparentemente son "normales" pero que llevan al demonio de la discriminación nacionalista dentro de sí. Así podrían decir, en consonancia con sus creencias ultramundanas, que se han redimido sin matarse oficiando un "exorcismo democrático".

Si uno es ateo, por ejemplo, y tiene una concepción materialista del mundo, esto es: negar el espiritualismo y todo sujeto viviente incorpóreo, entonces los reparos morales para con la pena de muerte pueden ser de índole muy diferente a los imperativos categóricos basados en aceptar al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

 Decía Espinosa que el que se arrepiente de lo que ha hecho es doblemente miserable (Ética, IV, Proposición LIV). Entonces, de acuerdo con esta lógica, la única redención posible para el que se arrepiente de verdad es el suicidio. Cualquier otra vía supone un rodeo Todo esto lo resumió mucho mejor Savater comentando una noticia sobre el problema del suicidio en los presos de ETA que han experimentado un fracaso existencial.

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F. Savater:

"De los argumentos que se han dado para no exigir arrepentimiento a los etarras encarcelados si quieren mejorar su situación penitenciaria o su reconocimiento social tras cumplir condena (“ni vencedores ni vencidos”, “no ser vengativos”, “todos hemos padecido injusticias”, etcétera), el más original me parece el que Sabino Ayestarán, catedrático emérito de Psicología de la UPV, expone en su artículo El fracaso existencial de los presos de ETA (El Diario Vasco,10-2-20). 

Sostiene don Sabino que un terrorista puede tener “los mejores sentimientos y las mejores intenciones”, pero si ha matado “física o moralmente (aquí me pierdo. FS)” a personas inocentes “sin ningún resultado positivo para su grupo humano”, ese fracaso existencial “conlleva un peligro cierto de suicidio”.

 No contento con su primera impresión, el emérito ha consultado la base de datos Psycinfo de la UPV, y ha constatado que el suicidio es el final que espera a los terroristas “si se les obliga a aceptar que no han aportado nada al pueblo por el que mataron a personas y sacrificaron sus vidas”. A no ser que haya una conversión religiosa (el autor, además de psicólogo es cura, así cualquiera) como la de Txelis, lo cual no está al alcance de todos.

Reconozco que este artículo me ha hecho dudar. Siempre he querido que los etarras asuman su derrota y vean que sus crímenes no han aportado ningún beneficio, sino perjuicios a sus conciudadanos. Pero claro, si lo hicieron con buena intención y ahora se van a tomar a la tremenda las críticas... pues tampoco es eso. ¡No os suicidéis, chicos! ¡No todo fue en vano! Vuestros herederos políticos están en el Parlamento por méritos de guerra y ni en Navarra ni en España habrá Presupuestos o gobernabilidad sin vosotros. Como penitencia, tres avemarías".




Juan Pablo II y Ali Ağca



Sean Penn y Susan Sarandon (Dead man Walking, 95)



viernes, 18 de febrero de 2022

Amor

 Glosaré algunas de las opiniones sobre el mito del amor romántico planteadas por Ana de Miguel (Ética para Celia, 2021). De Miguel traza el desarrollo histórico del concepto de amor para señalar que muchos de los debates actuales proceden y estuvieron ya planteados fundamentalmente en el siglo XIX, cuando comienza el feminismo como movimiento social de masas, las mujeres, casi por vez primera, irrumpen en el debate público. Aleksandra Kolontai, feminista soviética, sostuvo que el problema del amor era una de la cuestiones más acuciantes que tenía que resolver el pensamiento. De manera que desde el siglo XIX hasta los socialistas utópicos (Flora Tristán, Fourier, Owen y San Simón) se elaboraron críticas y teorías que coincidían en declarar que la necesidad y el amor jamás pueden ir unidos. Las relaciones entre mujeres y hombres están perturbadas por necesidades económicas que imposibilitan una atracción real y verdadera entre semejantes.

Por otro lado, J. S. Mill expresó en The Subjection of Women (1869) todos los argumentos de las feministas radicales y sufragistas que había recogido para formular una nueva problematización del amor donde encontramos una crítica contra el matrimonio cuyo veredicto sentencia que está condenado al fracaso y que sólo conduce a la desdicha. Oponen al concepto romántico de amor-pasión, un concepto racionalista o una teoría del amor basada en la semejanza. La diferencia es lo distintivo del espíritu romántico. Para estos el amor tiene que ser necesariamente apasionado, ha de arder en ese sentimiento porque la pasión es efímera (y como dicen los japonenes: lo que se pierde en extensión, se gana en intensidad). Mill cifra todo esto de manera brillante: “la diferencia puede atraer, pero lo que retiene es la semejanza”.

Este concepto de amor-semejanza sirvió al sufragismo para reivindicar el derecho al voto y a una educación igualitaria para las mujeres. Puesto que si partimos de una teoría que contempla el amor como diferencia, entonces también se educa y se transmiten valores distintos. Esta postura destaca la dificultad de trabar relaciones amorosas si las parejas no comparten motivaciones, valores, gustos e intereses.

.Es importante recalcar  que Ana de Miguel matiza entre amor romántico (refiere a relaciones de pareja, simple y llanamente), y el mito del amor romántico. Aunque haya personas que asocien estas dos cosas de manera ignara, no es lo mismo y el matiz es fundamental aquí.

La filósofa se detiene en unos de los rasgos característicos de la críticas contra el mito del amor romántico, el concepto de duración. Destaca que se insiste mucho en el hecho de que las relaciones amorosas no tienen que durar para siempre. La filósofa no niega el hecho de que las relaciones puedan terminar, sino que, desde esta perspectiva, se asume que la conservación es per se negativa y que las personas, cuando fraguan una relación,  lo hacen con la expectativa de que si es una relación buena y valiosa,  dure y se mantenga en el tiempo. Como contrapunto, se pone el ejemplo de la amistad: ¿por qué se idealiza tanto la amistad como si en ella no pudiéramos encontrarnos también con las mismas frustraciones, decepciones y traiciones que descubrimos en las relaciones de pareja? Se concluye que el poliamor es una alternativa legítima contra los mitos del amor romántico y las “injusticias del amor”, al menos, por cuanto desmitifica la idea de que el amor de pareja deba ser el centro de nuestra vida y que su ausencia nos condena a una existencia incompleta y llena de frustración. Sin embargo, es una propuesta inviable, salvo para la gente con alto poder adquisitivo, puesto que la estructura social del trabajo impide los cuidados necesarios aparejados a la familia e hijos. 

Me parece especialmente esclarecedor el enfoque de Ana de Miguel porque aborda el tema planteándolo a partir de la siguiente pregunta: ¿”tenemos motivos para alegranos de que el amor haya pasado a “estado líquido?” (ibid., p.248). Lo nuclear de esta pregunta con la que nos interpela Ana de Miguel radica en poner el énfasis en si vamos pensar en el amor como algo valioso y digno de ser pensado y debatido, o bien vamos a pensar en él como un mero objeto de consumo más.