viernes, 27 de noviembre de 2020

La bacanales

 Allá por el 186 a.C, en Roma se prohibió, Senatus Consultum de Bacchanalibus mediante, los cultos a Baco por los peligros que entrañaban aquellos ritos orgiásticos y desenfrenados contra la República. De hecho, Eurípides en "Las Bacantes" consagra el tema a lo mismo: la alteración del orden establecido, achacando a las mujeres la culpa por participar en esos ritos. La experiencia extática dionisíaca subvertía todo el statu quo, llegando a afectar no sólo a cuatro paganos sin abolengo, sino también a las familias de aristócratas que conformaban el propio Senado. Sin embargo, tal "caza de brujas" quedó infructuosa, al menos, hasta el advenimiento del cristianismo, siempre ávido de confrontar y fagocitar paganismos.

Dioniso, Baco para los romanos, era, sin duda, uno de los dioses más venerados e importantes de la antigüedad clásica. Entre todas las deidades, Dioniso es de las más controvertidas. Existen, no obstante, y resumiendo mucho, dos interpretaciones sobre el origen de Dioniso: una, la que lo vincula con la muerte de Sémele y del que recibió el epíteto "el Dios que nace dos veces"; otra, la más concurrida, la etiológica del "Dioniso Zagreo", cuyas fuentes órficas sitúan al Dios del vino en medio de una titanomaquia que explica la naturaleza dual del hombre cuerpo-alma. A día de hoy, la figura de Dioniso resulta todavía atractiva para comprender no sólo la historia socio-cultural grecorromana, sino también - de Nietzsche a hoy-, la Modernidad.
A Dioniso se lo solía representar acompañado de sátiros, silenos, ménades y toda clase de seres fantásticos que simbolizaban la pujanza exuberante de la naturaleza en todo su esplendor. La razón por la que la mayoría de sus siervas fuesen mujeres es exactamente la misma razón (misógina) que justificaba la explotación sexual de los viejos babosos a las pobres sibilas que trabajaban para el merchandising del Oráculo de Delfos, la Fátima, "avant la lettre" del siglo VIII a.C. La mujer, principio pasivo, es una suerte de receptáculo por donde la voz del Daimón puede insuflar de manera más propicia su voz. Los hombres, al tener supuestamente más logos, no permiten una relación tan inmediata con lo divino. En la película "Midsommar" se explica muy bien la razón por la cual un idiota, falto de entendimiento, constituye la mejor opción para erigirse como antena, oráculo, y transmitir el culto mistérico. En pocas palabras: docta ignorantia.
La escena final de la película Anticristo, no sé si es, puesto he leído infinidad de interpretaciones -a cada cual más dispar respecto a otras-, de lo más misógina, o bien puede interpretarse como un homenaje a todas esas mujeres sin rostro que fueron víctimas de la naturaleza demoníaca que los hombres, en su apolíneo afán de racionalizarlo todo, proyectaron sobre ellas para matarlas, mutilarlas o quemarlas. Ad libitum.



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