lunes, 19 de octubre de 2020

¿La construcción social de qué? (breve resumen de los primeros capítulos)

 Hacking comienza exponiendo una retahíla de libros cuyos títulos remiten a la construcción social de algo. Esta larga lista de libros le sirve al autor para destacar que la idea de la construcción social tiene diferentes sentidos y que, por tanto, dada la plurivocidad del término, el análisis exige acotar el significado sobre aquello de lo que estamos hablando. Hacking en vez de referirse a este tipo de análisis como “constructivistas”, prefiere llamarlos “construccionistas”. Estas posturas se caracterizan por investigar de manera crítica los elementos históricos y culturales que concitan en el nacimiento de entidades o hechos con el fin de revelar su interacción causal, así como su contingencia histórica, esto es, su falta de necesariedad. Que las cosas que son bien podrían haber sido de otra manera (2001, p.89). Razón por la cual los contruccionistas sociales se oponen a la postura esencialista que sostiene que las cosas son necesariamente como son. Esta oposición entre necesidad y contigencia refleja la disputa entre objetivistas y constructivistas.

Hacking no toma partido por nadie en particular en las “guerras de la ciencia” (ibid., p. 24); de hecho, crítica el dogmatismo de ambos bandos por defender sus ideas excluyendo sistemáticamente a las posiciones contrarias. El chantaje de las guerras de la ciencia se hace patente cuando se nos pone delante de un falso dilema obligándonos a escoger, por un lado, entre un bando supuestamente científico y riguroso; y por el otro, un bando relativista y progresista. Hacking se aleja de los tópicos establecidos partiendo de un enfoque que permita hablar seriamente de la construcción social sin prejuicios de antemano. Pues esta situación no conduce de ningún modo a la comprensión y y a la resolución de problemas (2001, p. 11). Como veremos, aunque Hacking sea un filósofo de la ciencia de raigambre analítica, su propuesta podríamos resumirla en una preocupación por el estudio de la práctica experimental. Y en este sentido, coincide con algunos aspectos del construccionismo en tanto que estos subrayan la dimensión no dada, esto es construida, del fenómeno científico.

El análisis de Hacking no está tan interesado en cuestionar la construcción social como en examinar qué clase de objetivos han determinado las investigaciones sobre la construcción social de algo (Ibid., p.25). El autor sintetiza en tres tesis los objetivos de los constructivistas sociales que se definen con respecto a X:

1. Dicen que no era necesario que X existiera o no es necesario en absoluto que sea como es X, o X tal como es en el momento actual, no está determinado por la naturaleza de las cosas, no es inevitable.

2. X es bastante malo tal como es.

3. Nos iría mucho mejor si X fuera eliminado, o al menos radicalmente transformado (Ibid., p. 26).

Existen diferentes tipos de construccionismo social en virtud del grado de compromiso que se asuma frente a las tres tesis. Son un total de 6 niveles de compromiso cuya tipología se estructura a partir de la relación del contructivista con X. De manera que el constructivista puede ser: histórico, irónico, reformista, desenmascarador, rebelde y revolucionario. Con estas premisas podemos describir el itinerario que pueden recorrer las investigaciones constructivistas desde la primera tesis, en la que se recalca que la existencia de X es contingente; pasando por señalar que esa X es un mal, hasta concluir que sería mejor eliminar o transformar esa X. Puesto que existen diferentes actitudes frente a X, no todos los constructivistas van más allá del primer postulado y avanzan hasta tesis más o menos revolucionarias.

Como dijimos, la actitud que guía las investigaciones construccionistas está motivada por el anti-esencialismo que se rebela contra la inevitabilidad de los hechos. De ahí que el quehacer del construccionismo social posea, en la medida en que problematiza con la realidad y desvela que las cosas no son lo que parecen, un rasgo liberador y desocultador (2001, p.11). Por eso los temas que trata el construccionismo social giran en torno a cuestiones de género, raza, colonialismo, etnocentrismo, etc. Esta tendencia a criticar al statu quo socava los conceptos de autoridad y de categorización científica. Por ejemplo, en algunas investigaciones de tipo histórico o de género, observamos que la construcción social se asume de manera lógica al analizar las prácticas sociales como producto de sucesos que podrían haberse dado de otra manera. Estos estudios constatan que la manera misma de clasificar o categorizar entidades es contingente.

Hacking está de acuerdo con algunos postulados constructivistas en tanto señalan algo relativo a las prácticas sociales y a las clasificaciones que hacemos con ellas. Para Hacking, la forma misma de clasificar a las personas (refugiados, patologías mentales, mujeres, niño televidente, etc.,) determina sustancialmente la manera de ser del objeto clasificado. Dicho de otro modo, la clasificación causa efectos tanto en las personas, como a la inversa, es decir, las personas pueden variar con sus prácticas y formas de ser la propia manera de clasificar. Lo relevante, sostiene Hacking, es observar que las clasificaciones, una vez establecidas socialmente, determinan la manera en que las personas se perciben a sí mismas. Hasta el punto, además, de que esas categorías o clases pueden ser falsas, como en el caso del niño televidente, ya que las personas que forman parte de una clasificación pueden cambiar en función de lo que creen de sí mismas. A esto Hacking lo llama “ efecto bucle1” (Ibid., p.65) y tal efecto lleva aparejado la incógnita de no saber si las categorías o clases son una consecuencia de las prácticas, o si la propia actividad de clasificar afecta a los hechos2.

Para el autor sólo tiene sentido hablar de “construcción social de algo” cuando el objeto de investigación parezca no ser un constructo. Hablar, por ejemplo, de la construcción social de la Reserva Federal no tiene mucho sentido porque resulta ser una conjetura demasiado evidente y poco audaz. Por esta misma razón Hacking critica y juzga la idea de la construcción social del yo psicológico como una teoría redundante que nada nuevo desvela. Para evitar esta autoevidencia los construccionistas suelen tratar temas que versan sobre sentimientos e identidades.

Hacking juzga útill del construccionismo su crítica a la inevitabilidad de las prácticas, pero, pese a este potencial liberador, si nos referimos a la construcción social de algo en términos abstractos y sin especificar el “qué” de la construcción social concreta, caemos en los fraudes que denunció Sokal. Podemos concluir, pues, que el construccionismo social ha estado marcado por una doble función: una positiva, caracterizada por una praxis liberadora o desmitificadora; y otra, negativa por caer en la metafísica.

Además de sintetizar los objetivos del constructivismo social, Hacking propone un método para aclarar y evaluar el tipo de cosas que se consideran socialmente construidas a partir de la distinción entre objetos, ideas y palabras ascensor. El primer distingo muestra que hay objetos en el mundo, verbigracia condiciones físicas, prácticas, acciones, conductas, clases, experiencias, objetos materiales etc.,. En este punto, Hacking se sirve de la distinción de Searle para afirmar que los objetos pueden ser ontológicamente subjetivos, pero epistemólogicamente objetivos (Ibid., p. 49). El ejemplo de la pelota de béisbol demuestra que los objetos necesitan, por un lado, de las personas y de las instituciones para existir; y por el otro, de objetividad suficiente como para garantizar la posibilidad misma del conocimiento. Esta distinción searliana también puede aplicarse a las ideas, o sea, a conceptos, creencias y teorías. Aquí Hacking recalca que aunque esta clasificación sea un poco vaporosa es necesario que las ideas no sean privadas, sino públicas. Porque las ideas deben ser discutidas, aclaradas y compartidas; además también pueden ser estúpidas, útiles o confusas. En este distingo Hacking incluye las clases y categorías, así como sus extensiones que alcanzan también a los objetos. Por último, las palabras ascensor son los ítems que atienden a los hechos, la verdad, la realidad y al conocimiento. Es el nivel más alto y se caracteriza, en primer lugar, por definirse de manera circular (o fundamentista, si se le permite a un servidor), es decir, como una petición de principio que se apoya en la misma noción que se pretende definir; en segundo lugar, estos ítems (verdad, realidad, ideológico) han experimentado con el tiempo muchas variaciones en su sentido y valor. De manera que deberíamos ser más prudentes y menos intelectuales cuando utilizamos esta clase de palabras para elevar el discurso filosófico.

Hacking rechaza la idea de un construccionismo universal ya que no tendría sentido referirse a la construcción social si todo lo fuera (Ibid., p. 52). La construcción social depende del “qué” y, por tanto, el error categorial estriba en indiferenciar a qué tipo de cosas se aplica la idea de construcción social. Sin distinguir ente objetos, ideas y palabras ascensor la investigación puede incurrir en el error de designar con el mismo término a los objetos de una clasificación y a los de su extensión. El error categorial consiste en confundir ideas con objetos. Esta confusión no sólo es un mal teórico, sino que constituye un verdadero peligro por las consecuencias prácticas que puede acarrear si uno se pierde en debates espurios. El abuso infantil es un mal real, recalca Hacking, y lo era antes de que surgiera el concepto de abuso infantil.

 ¿Qué pasa con las ciencias naturales?

En este capítulo el autor reflexiona acerca de la cuestión de si es posible hablar seriamente de constructos sociales en relación a la ciencia. Y más concretamente se detiene en los puntos conflictivos o desacuerdos respecto a lo que significa realmente la ciencia. De entrada Hacking nos advierte que debemos apartarnos de los debates de las guerras de la ciencia si queremos comprender sin prejuicios lo que entienden algunos construccionistas por ciencia.

El trabajo de Donna Haraway demuestra que las descripciones de la conducta de los primates, reflejan las sociedades de los científicos que las estudian. El “efecto bucle” resulta aquí evidente porque nadie duda de las investigaciones sobre primates como un producto donde nos exteriorizamos a nosotros mismos. De modo que no hay motivos para hacer aspavientos si hablamos del carácter flemático de los monos británicos o del talante jerárquico de los monos japoneses. No obstante, la reacción es distinta si nos referimos a lo mismo en el caso de las ciencias naturales ya que muchos científicos palidecen ante la idea de que los resultados de las ciencias son constructos sociales.

Al margen de los debates entre realistas o construtivistas, o de si el programa fuerte de la Sociología del Conocimiento está comprometido necesariamente con supuestos construccionistas, lo relevante para Hacking radica en fijarse en los experimentos de de la ciencia en el laboratorio. Evitar prejuicios exige también fijarse en aquellos científicos más subversivos y provocadores, como Latour y Pickering, porque, pese a sus conclusiones más o menos extravagantes, son expertos competentes en la materia que estudian y sus resultados, al contrario que gratuitos, son descripciones del quehacer científico exactas y compartidas a su vez por científicos menos heterodoxos. (Ibid., p. 114).

Hacking asume sin problema que la ciencia tiene una dimensión social en tanto que la considera práctica o actividad científica y cuya comprensión se realiza siempre bajo determinado contexto (Ibid., p,115). Sin demasiado énfasis, entonces, podemos decir que la ciencia es una actividad social; y además “trivialmente” social porque incluso los científicos que investigan por cuenta propia comunican a la sociedad el resultado de sus trabajos. La distinción sugerida por Sheldon Glashow entre actividad y colección articulada de verdades le sirve a Hacking para compararla, mutatis mutandis, con la distinción entre proceso y producto. Estas distinciones, recuerda Hacking, no elucidan nada relevante para el debate de la construcción social, pero sí apuntan lo que debería ser algo más que una logomaquia donde “cada bando se percibe usualmente la otra posición como obviamente insostenible” (Ibid., 118).

La primera premisa para investigar acerca la construcción social de algo consiste en distinguir entre objetos, ideas y palabras ascensor. La investigación de Pickering en Constructing Quarks (1984) le sirve a Hacking para poner un ejemplo de cómo ajustar bien esas distinciones. Esta obra cuyo nombre nos remite a una construcción de algo no postula que los quarks sean un constructo. No incurre en el error categorial de confundir ideas con objetos, ya que lo socialmente construido es la idea sobre los quarks, no el objeto mismo. Otro punto conflicto es la cuestión de la contigencia respecto al camino que ha tomado la ciencia, más concretamente, la física de altas energías a partir de los quarks. Hacking se pregunta, con Pickering, si la emergencia de la ciencia de altas energias fue inevitable. Pickering sostiene que la vieja física, o sea, a la anterior a los quarks, podría haberse desarrollado perfectamente sin verse afectadas un ápice las configuraciones que predeterminan un paradigma (herística, cosmovisión, aparataje, teoría, etc.,). La mayoría de científicos no toman en serio la idea de que la física pudiera haber tomado un rumbo diferente.

Esto es controvertido porque nos perdemos en logomaquias que a menudo suelen instalarse con demasiada facilidad en palabras con fuerte carga semántica como verdad, realidad, es decir, palabras ascensor. Porque no es lo mismo dudar de los quarks en tanto objetos, o de la operatividad de las ecuaciones de Maxwell, que de la idea que nos podemos hacer de esos objetos. Pickering cree podría haber existido un PIC diferente al de la física de los quarks igual de exitoso y progresivo. Hacking recalca que contigencia quiere decir no estar predeterminado. Nada más. La incomensurabilidad entre las dos físicas sólo evidencia inequivalencias, pero no son lógicamente incompatibles.

El acento de Hacking lo pone, en efecto, en el experimento y en el instrumental. Razón por la cual el autor rescata de Pickering dos conceptos fundamentales para subrayar la importancia de la práctica científica, a saber, resistencia y acomodación. Para Pickering el quehacer científico tiene que ver con proponer conjeturas, modelos y adaptar y ver cómo funcionan los aparatos científicos para obtener resultados. No sólo importan los modelos teóricos, también los aparatos mismos, el equipamiento y el instrumental científico. Por lo tanto, los problemas que surgen en la ciencia son tanto de índole teórica como práctica. Cabe destacar que a Hacking no le interesa discurrir por sendas demasiado teoreticistas; de hecho, contra Lakatos o Kuhn, sugiere que lo relevante para abordar problemas es no atender tanto a la teoría como a la práctica y al laboratorio.

Los aparatos, nos recuerda Hacking, normalmente no se comportan de la manera esperada. El mundo que investiga el científico se resiste. Y para vencer esa resistencia el científico debe examinar diversos elementos que atañen tanto a la teoría como a la práctica. Un ·”ajuste robusto” consiste en revisar y examinar la complejidad entre teoría, experimento y aparataje. El telescopio constituye un ejemplo paradigmático de este ajuste robusto porque muestra la importancia que tiene modificar y reconstruir el instrumental, labor tan fundamental como revisar la propia teoría sobre la esfera celeste. Cuanto mayor sea la robustez menor será la resistencia, hasta el punto, recuerda Hacking, que a veces la dialéctica entre resistencia y acomodo se interrumpe. Este cese se debe al éxito o robustez de un experimento que es reproducible y no presenta resistencias a otra comunidad de investigadores con tecnología diferente3.

El construccionismo social de los quarks pone de relieve la importancia de ajustar aparatos, creencias y teorías, a la vez que recuerda el producto resultante de ese ajuste robusto no debe estar determinado por nada (Ibid., 125). Para Hacking no deberíamos preocuparnos demasiado por la contigencia, pues se da por hecho. Además la tesis de la contigencia es compatible con la idea de que la investigación en ciencias físicas confluyera en una representación final (Ibid., 134). Hacking afirma sin ambages que hay cosas que surgieron en la física que eran inevitables para poder hablar de progreso. Recalca, además, que pese a algunas posturas anti-realistas, la mayoría de científicos considera el desarrollo de la física exitoso. Principalmente porque los científicos testan y constrastan experimentos, y no se enfrascan en debates metafísicos demasiado intelectuales acerca del antagonismo filosófico entre contingencia y necesidad.

La tesis de la contingencia en sí misma es perfectamente coherente con tal realismo científico. y es más. los antirrealistas como Van Fraassen pueden sentir una profunda aversión hacia la tesis de la contingencia. Pickering ha llegado a ser tan suave que dice que es agnóstico respecto a lo que llama realismo de la correspondencia. Lleva razón. El realismo científico sencillamente no tiene nada que ver con lo que a él le interesa, es decir, con la contingencia (Ibid., p. 136).

Otro rasgo conflictivo que Hacking subraya en este capítulo tiene que ver con el nominalismo y la tendencia a buscar una correspondencia entre el pensamiento y el mundo. Para sintetizar este punto conflictivo Hacking presenta dos posturas en disputa. La primera, se caracteriza por esperar que el mundo esté estructurado en la forma que lo lo describe; el otro bando, sostiene que el mundo es tan autónomo que no posee una estructura, somos nosotros quienes construimos estructuras para hacernos una representación de ese mundo. A priori, los primeros, son realistas; y los segundos, nominalista. Sin embargo, Hacking trae a colación algunas reflexiones de Dummett para justificar que nominalismo no tiene por qué, aunque tradicionalmente haya sido así, oponerse a realismo. Para sortear estos dilemas. Hacking acuña un término, “estructuralismo inherente”, para alejarse del carácter confusionario y polisémico del término “realismo”.

El punto conflictivo tres apunta a las explicaciones sobre la estabilidad científica. Los constructivistas tienden a favorecer explicaciones externalistas de la ciencia en la medida en que consideran que no hay motivos concluyentes para que la ciencia siga su cursoy, por ello, asumen que la estabilidad de las justificaciones científicas están comprometidas por valores externos al contenido de la ciencia. De ahí que enfaticen factores sociales e intereses en detrimento del contenido normativo de la ciencia (Ibid., 154.). Por el contrario, quienes se oponen al externalismo restan importancia al contexto de descubrimiento, puesto que la estabilidad de las explicaciones es interna al depender de la propia ciencia, y no de razones extrateóricas. La solución a estas desavenencias la indica Hacking mostrando que las contigencias, es decir, cualquier “ajuste robusto” resultante, no está predeterminado por nada; ahora bien, subraya que cuando los métodos funcionan y son exitosos, entonces la ciencia debe continuar con su destino (Ibid., p. 166).

Por último, Hacking detalla una “lista de control” sobre la base de la actitud constructivista que se adopte frente a los tres puntos conflictivos descritos (contingencia, nominalismo, estabilidad de la ciencia). Se puntúa del 1 al 5, donde el valor 1 representa la máxima desavenencia y 5 el mayor grado de aceptación. Esta escala no sólo es interesante por anecdótica, sino porque Hacking se evalúa a sí mismo y desvela su propia idiosincrasia como investigador. Su puntación es 2,4 y 3, o sea, es una puntuación, como el mismo afirma, ambigua. No resulta extraño, por lo tanto, que la obra de Hacking seguramente no fuera bien recibida ni por unos ni por otros en el contexto de las “guerras de la ciencia”. Razón de más para prestarle atención.

1“ Si alguien habla de la construcción social del genio o de la anorexia, está probablemente hablando de la idea, los individuos que caen bajo la idea, la interacción entre la idea y las personas, y la milltiplicidad de prácticas sociales e instituciones que estas interacciones implican: la matriz” . Ibid., p.68.

2El “efecto bucle” es un concepto que Hacking desarrolla a lo largo del libro y lo va precisando hasta que lo redefine como “clase interactiva”. Frente a las clases indiferentes de las que se circunscriben al estudio de las ciencias naturales, las clases interactivas pertenecen al dominio del estudio de los constructos sociales.

3“La idea es que una prueba es robusta cuando no se basa en las especificidades de un modelo concreto” Ibid., p. 124.



Hacking, Ian, ¿La construcción social de qué?, Barcelona, Paidós, 2001.

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